|
Continuando con la misión A.C.E.R. “Montaña” de explorar, conocer, disfrutar y difundir responsablemente los diversos atractivos ecoturísticos y ambientales de la provincia de Chota, emprendimos esta vez nuestra visita a una de las cordilleras más hermosas y significativas: el “Huayrac” … |
Continuando con la misión A.C.E.R. “Montaña” de explorar, conocer, disfrutar y difundir responsablemente los diversos atractivos ecoturísticos y ambientales de la provincia de Chota, emprendimos esta vez nuestra visita a una de las cordilleras más hermosas y significativas: el “HUAYRAC”, situada hacia el nororiente de nuestra ciudad, justamente aquella desde donde cada mañana nos llega el sol.
El día sábado 28 de noviembre de 2009, muy temprano, nos reunimos en el paradero a Choctapata –la comunidad que alberga a dicha cordillera–: Milton, Rojo, Héctor, Manuel, Antenor y yo. Muy valientes, por cierto, a pesar del frío y la llovizna, decidimos ir a ese lugar que nos tenía tan inquietados. Siendo ya las 7 de la mañana partimos de nuestra Chota, disfrutando de ese aire fresco y húmedo, y, por supuesto, también de la belleza natural de los alrededores de la misma. Desde el vehículo fuimos reconociendo muchas plantas, los lugares que atravesábamos y algunos centros poblados como Santa Rosa y Rojaspampa, rindiéndonos ante la majestuosidad de los eucaliptos, tan altos que nos hacían levantar la vista al cielo. Y así continuamos nuestro viaje entre muchas bromas, siendo inevitable hoy sonreír al recordar tantas anécdotas vividas desde que iniciamos con la exploración de los lugares naturales de Chota.
Estando ya muy cerca de Choctapata, volvimos la mirada atrás y pudimos ver a la hermosa tierra de Akunta, rodeada de toda su belleza natural y vigilada por el Iroz y el Condorcaga en lontananza.
Empezó a llover, aunque leve, y en ese momento algunos optaron por cubrirse, mientras nosotros muy felices disfrutábamos del viento y la lluvia trepados a la parte más alta del camión, ya que sabíamos muy bien que esto era parte del paseo. Avanzaba cada vez más el vehículo, la neblina nos cubría la mirada y empezamos a sentir con mayor intensidad el viento, la señal más clara de que estábamos acercándonos al HUAYRAC.
Llegamos entonces así de improviso a la casa de la familia Rafael Coronel, en Choctapata Alto, quienes nos recibieron de inmediato con un anisito bien caliente. Todos, alrededor del fogón, sentimos el calor del fuego y nos abrigamos disfrutando de la deliciosa hierba aromática. Luego, el señor Genaro, dueño de casa, muy amable nos mostró en una parte de su terreno la reforestación realizada con pino; lo cual nos llamó mucho la atención y nos hizo constatar lo que nos habían informado, que este árbol resecaba el terreno y no permitía que ninguna otra planta crezca bajo él.
Y así después de haber observado parte de la reforestación, también los cultivos de oca y olluco en esas chacras tan húmedas y de tierra tan negra, avanzamos cuesta arriba con dirección a lo más alto del HUAYRAC, enfundados en gruesos ponchos de lana que nos proporcionara el señor Genaro. Caminamos bastante entre la neblina, viento fuerte y un poco de lluvia más arreciante propios de ese lugar tan desafiante, pero productivo y encantador, reconociendo un sin número de plantas adaptadas a este clima, plantas autóctonas como el queñoal (quinual), el pirgay, el muñuño, la valeriana, etc. y la abundante paja o ichu.
Entre reconocer el lugar y caminar al fin llegamos a la meta, la parte más alta de esta hermosa cordillera, donde nos esperaba una representativa, solitaria pero muy resistente chocita de paja, símbolo inequívoco de Huayrac. Asombrados, descansamos sobre el pequeño bosque de rocas adjunto al lugar, haciéndonos muchas preguntas sobre las mismas; decidiendo, en ese momento, mi hermano Héctor y yo, juramentarnos como dos nuevos “montañas”. Siendo así como el Presidente de A.C.E.R. Montaña”, Milton Antezana Sánchez –nuestro querido “Griego”–, procedió al Acto de Juramentación, llevado a cabo en la cima misma de Huayrac, entre la mágica cortina de la niebla que pasaba por entre nosotros con su húmeda y fría brisa que no nos permitía ver más allá de unos diez metros. Sabíamos que estábamos en lo más alto de esa parte de Chota y nos quedó de tarea volver en verano para disfrutar de esa hermosa atalaya que nos comentaba el señor Genaro. Por este día, habíamos cumplido la misión, y desde ese momento nos sentimos parte activa de la Asociación y con espíritu entusiasta para continuar difundiendo nuestra cultura y proteger biodiversidad y ecosistemas como éstos y nuestro medio ambiente en general.
Algunas fotos para el recuerdo y decidimos retornar. Ya era un poco tarde y por allí los más hambrientos caminaban apresurados. Pero aún faltaba registrar algunas pequeñas lagunas y los inmensos sumideros y escuchar entre ellos el retronar del agua en lo más profundo de los mismos. Nos contaron que es posible que en esta cordillera exista un río subterráneo, llamado “Río de los Andes”, proveniente de la alta zona de Bellandina, depósito con sus numerosos sumideros del agua de lluvia por donde ésta sería luego infiltrada hasta aflorar en los ojos de agua de la cordillera del Querorco, sustento para toda la población chotana, lugares que también ya estamos ansiosos de conocer.
De regreso a casa de la familia Rafael, sabíamos que la señora Delicia nos esperaba con un delicioso y calentito almuerzo. No obstante, antes pudimos disfrutar de la vista panorámica que nos ofrece el lugar; pues por un momento se despejó el cielo y pudimos observar a nuestra hermosa y bella Chota envidiablemente verde. Avanzando también observamos en unos terrenos la forestación con aliso, un árbol muy importante y propio de nuestra zona; confirmamos cómo es que este árbol proporciona humedad y sus hojas sirven de abono para los cultivos, lo cual nos pareció algo muy interesante ya que a diferencia del pino este árbol si trae beneficios para los terrenos.
Llegados a casa, todos con los zapatos bien húmedos de tan larga caminata y con nuestros ponchos mojados, después de unas cuantas bromas y en el pensamiento recordando el periplo de esta aventura, nos pusimos a la mesa para almorzar un rico plato típico de papita ahogada con queso y una agüita caliente de cedrón. Al terminar todos ya muy contentos y con el estómago lleno, y luego de una sobremesa en la suave pampa de tréboles, decidimos retornar a la ciudad; despidiéndonos muy agradecidos por la acogida y el cariño de esta familia.
Esta vez no hubo carro. Así es que, todos listos, nos amarramos muy bien los zapatos y con nuestros buenos plásticos, emprendimos la bajada algo apresurados, porque se avecinaba una fuerte lluvia; lluvia que nos cogió en el colegio de Choctapata, el mismo que nos sirvió de refugio por un largo… largo rato. Y así, un poco cansados, pero contentísimos, conversando y disfrutando de esa otra lluvia ya suave y sostenida, llegamos con la oración a Chota, terminando de esta manera esta bonita aventura.
Nos despedimos y cada uno fue a casa muy satisfecho, pero todos seguros de volver a realizar pronto una nueva aventura montaña.
: Maggi Montaña