Íbamos por la sexta cerveza, en un rincón de cantina a las afueras de la ciudad. El aparente lugar aislado resultaba un observatorio ideal porque nos llegaba toda la fuerza del paisaje con sus verdes y los magníficos dialectos de lo verde, bajo las nubes batidas como para fiesta, que el sol encendía en sus cambiantes bordes.
Éramos un grupo de alucinados… Hablábamos de todo; como siempre, intentábamos tratar temas que nos hagan reír… Inventábamos historias, retorcíamos con mucha astucia los hechos hasta que no era fácil entender cuál es la realidad… cuál, nuestra ficción, con la celestina ayuda del licor que iba borrando a todas las fronteras: reales e imaginarias.
Carlos Rubio Rivera en Barcelona
Estábamos hablando de “Los Gentilicios”… Es decir, las palabras que nombran el origen de donde es la persona: en qué lugar ha nacido, mejor dicho “Dónde le han parido”, como agregó Jimy, desde un extremo.
– Hay una gran diferencia entre los gentilicios en Europa –les dije–, donde se adornan, crean verdaderas palabras artísticas y el Perú, donde los gentilicios resultan una forma normada de insulto, tratan de ser, en lo posible, lo más despectivos. Por ejemplo:
En el Viejo Continente, un español de Cádiz no es “Cadizino”, tampoco “Cadizano”… Que son palabras feas… Crearon el término “Gaditano”, para nombrar al natural de esta urbe, posiblemente, la más antigua de Europa.
Lo mismo: El natural de Galicia no es “Galiciano” ni “Galicino”… Palabras poco digestivas… Es: “Gallego”, término que, por su sonoridad, su temple, hasta se convirtió en apellido.
Interviene Oscar Bernal, con su hablar pausado, preciso y dice, casi sonriente:
– El que nació de Inglaterra no es Inglaterrino, ni Inglaterrano… Es, simplemente – y vocaliza con más relevancia y lentitud–: Inglés.
No sé si en broma, o en serio, Jimy Saldaña, que estaba callado, solamente haciendo movimientos afirmativos y sonriendo de vez en cuando con ademanes de sorpresa, nos mira a todos, como si hubiera descubierto algo importante y dice:
– ¡Ahhhh! O sea que “Lesbiana” es el gentilicio de una mujer proveniente de alguna ciudad o nación llamada “Lesbia” ¿Dónde queda “Lesbia”?
Una explosión de carcajadas atronó en la pequeña cantina esa tarde soleada… Y, para seguirle el humor, intervine, dando a mis palabras un tono casi pontificial, solemne, sólo le faltaba el eco de los innumerables altavoces a diferentes distancias y el bosque de mitras cardenalicias, detrás. Todos oían concentrados:
– “Lesbia” es, según mis innumerables lecturas al respecto, una ciudad antigua que degeneró… “Lesbia” es el equivalente femenino de Sodoma. Mientras en Sodoma y Gomorra, la perversión sexual fue mayoritariamente masculina, la cosa era todo entre hombres… por eso ha quedado el apelativo de “sodomita” para denotar con elegancia al maricón…
– Perdón si interrumpo, dijo “El bambacho”, yo creo que también, cerca a Sodoma había la ciudad de “Rosk-Eth” de donde provienen los rosquetes…
Todos protestaron con júbilo por la interrupción y me pidieron que siga:
– Pero en “Lesbia”, una ciudad que probablemente quede hoy entre Oriente medio y Bagdad, la cosa fue exactamente al revés. Debido a las innumerables guerras de conquista que emprendía su belicoso rey Alnajerib, casi toda la población masculina en edad de combatir, o estaba en el ejército o había muerto o se encontraban baldados. Las mujeres tenían que hacer casi todo… Pero si vamos algo más hondo… También las mujeres tienen sus necesidades… también sus partecitas piden y cuando hay sequía viene “la problema”, como decía Cruzado… ¿Se imaginan un lugar donde hay sólo mujeres …
– ¡Donde queda para ir allí no importa como esclavo! – De nuevo, Jimy con sus ocurrencias-. Proseguí:
– ¡Sólo mujeres!… Poco a poco, las que tenían alguna tendencia machona se desarrollaron y de manera gradual, primero clandestina, luego ya de vida pública, como actos naturales se instauraron relaciones entre ellas… Paseaban por parejas en las plazas y calles… Convivían, a veces dos viudas de guerra que ahora eran “marido y mujer”…
Algún día se encontrarán los fragmentos perdidos de antiguas escrituras, que narran estos hechos en tablillas o en cuero de camello. No se sabe cuál fue el destino de la ciudad de Lesbia: o sufrió también el bombardeo de la ira Divina, igual que Sodoma, pero con menos propaganda, quizá por el atávico machismo, que veía poco saludable publicitar asuntos femeninos en los que la piedra, de todas maneras caería al final en los hombres… no faltarán quienes digan que los varones de Lesbia eran impotentes o “sodomitas nacionalizados”, cosas así… Mejor decidieron callar y lo que se ha encontrado, son señas de escritura redactada por viajeros que pasaron por allí… ¡ya imagino que gozaron como cerdos los integrantes de aquellas suertudas caravanas al pasar por aquella suculenta urbe!
Algunos sospechan que ha habido hallazgos al respecto, pero que han sido silenciados ¿Qué otra cosa pudo haber sucedido con Lesbia? Quizá también la ciudad padeció una larga decadencia debido a la bajísima natalidad y, bajo el sol devorador y las noches frías que descoyuntaron sus arquitecturas, fue apagándose de la faz de la tierra, quizá sepultada poco a poco por las voraces dunas del desierto… No se ha encontrado hasta ahora alguna brizna de su existencia, pero se dice que tuvo muy buenas escultoras que cincelaron estatuas, representando a la figura de la mujer, con toda la naturalidad de sus pasiones ¡Al límite!, armónicas, de esbeltísima exuberancia, que, en caso de ser encontradas y desenterradas, la Venus de Milo quedaría como semi finalista, nada más. Se fue la ciudad… Pero quedó la leyenda y el término: Lesbiana… ya no como gentilicio, no hace falta porque la ciudad desapareció… Queda como la versión femenina de Sodomita.
Todos habían quedado en silencio, volando quizá por las arenas da Arabia… Interrumpe la quietud Oscar Bernal y dice:
– Pensar que nos hemos quedado convencidos… Pero todo lo que ha dicho mi primo, lo ha inventado en este momento… ¡Colorao, te conozco!
– ¡Y es que, hablando de gentilicios, falta bastante! –Después de decir estas palabras ya me estaba sentando, pero todos me pidieron que continúe… Y proseguí:
– Tú dijiste, Oscar, que al que nació en Inglaterra no se le dice “inglaterrino” ni “inglaterrano”, sino Inglés… ¿Y al que nació en Dinamarca? Tampoco se le llama “Dinamarquino”… sino: Danés.
De repente, “El Bambacho” se pone de pie, como impulsado por un resorte… Nadie ha notado que mientras los demás escuchaban, él ha dado cuenta de varios vasos de cerveza, sumido en su emoción, en sus razonamientos internos… Su voz era más estentórea… Parecía que ha descubierto algo. Tenía una expresión de convencimiento y nos dice:
– Ya entendí… Ya entendí… ¡Carajo! Mientras en Europa, a los gentilicios lo han hecho los poetas… En el Perú lo hace el enemigo… ¡Nos odiamos!… ¡En todo queremos aplastar al otro, todo vale para sobajarnos entre nosotros, hasta los gentilicios! Por ejemplo: Yo soy de Bambamarca… Y ustedes, ni siquiera me dicen “Bambamarquino”, sino “Bambacho”… Igual también se oye que que a los de Camaná, no les dicen “camaneños”, sino ¡Camanejos! ¡Una palabra ofensiva… La terminación “ejo” significa desprecio! Pero así somos… Al colombiano le decimos “colocho”, al de Celendín “shilico”, al de Huambos: “Huamburro” ¡La cosa es disminuirles y esto no puede seguir así!
Oscar Bernal me acaba de decir que al de Francia, no sólo se le dice “Francés”, bonita palabra… sino ¡Galo! ¡Genuino!… El de Portugal, tampoco sólo es “Portugués”, sino “Lucitano”… ¡Palabras tan agradables! ¿Quién no sentiría alegría de decir que es “Galo”, “Lucitano”, “Inglés”, “Gaditano”… Entonces, si a un colorao de Dinamarca no le dicen “Dinamarquino”, sino “Danés”: ¡Por Favor: de ahora en adelante ya no seré “Bambacho” ni “Bambamarquino”… ¡Desde este momento soy BAMBÉS!
Todos aplaudimos a rabiar; se mezclaba el sonido del choque de copas y botellas, la risa general, el júbilo como si se tratara de la toma de posesión de mando… Hasta se hizo el anteproyecto para presentar el término a la Real Academia de la Lengua y que se oficialice. Uno a uno le felicitábamos, con respeto y, a veces, haciendo zalemas exageradas… Pero, antes de cada venia respetuosa y abrazo, la palabra de entrada era “Señor Bambés”. El agasajado ya no estaba parado sobre el piso, sino, flotando entre las pompas del paraíso. Su mirada era cósmica, con ojos fijos y brillantes, no sólo porque paladeaba el reconocimiento espontáneo sino porque ya desde la mañana había estado bebiendo y cuando le encontramos él nos llevaba gran ventaja. Volvimos a nuestros bancos y la risa revoloteaba, lo mismo los ojos de amistad y compañerismo.
Una lenta y repentina voz interrumpe nuestra levitación. Era Ernesto, que había estado callado durante toda la reunión, nos mira primero a todos, con sus ojos que parecen reír siempre, y, agregando una mueca burlona, justo en el momento de mayor silencio, en la feliz bajamar del entusiasmo inicial, expresa:
– Wily: como te conocemos bien… No creo que sólo serás “Bambés”… Mejor te viene “Bambécil”…
De nuevo un estallido de risas con cierto tufo a protestas… El agraviado barbotaba:
– ¡Ya ven! ¡Ya ven!… ¡Nos odiamos los peruanos, carajo! ¡Así es…!
Para disminuir la tensión intervine con otra historia falaz pero emocionante…
¿Se han dado cuenta que “Dinamarca” es un término similar a cualquier población o capital andina, como: Cajamarca, Bambamarca, Cundinamarca, Pariamarca…? Es que no se han enterado que Dinamarca… –hice una tensa pausa, para dar luego la primicia–, ¡Dinamarca fue fundada por los Incas!
Unos rieron… Otros, aplaudieron… pero todos querían oír más. Y, cuando me disponía a continuar, pero, con un tono de urgencia, con una voz apresurada, se interpone Wily, para decir, a manera de reclamo:
– ¡Nos estamos olvidando de Camaná!
– ¡Ya eso después, no interrumpas la historia… está buenaza! –protestó Ernesto–, pero Wily no estaba dispuesto a ceder…
– ¡Tiene que salir de aquí un acuerdo! –habló como si la reunión en aquella cantina de las afueras del pueblo fuera un Salón de actos de la ONU–. Y de nuevo se encendió la discusión: dos bandos definidos: pero, la tenacidad de Wily se impuso… Luego, con su risa de niño feliz mostraba sus dientes pequeños, un poco separados y algunas gotas de sudor sobre su frente y punta de su nariz. Estaba inspirado; le dejamos continuar:
– ¡Esta borrachera cambiará la Historia, señores! –pronunció cada palabra con autoridad y tanta convicción, que no encontró resistencias en nosotros; nos habíamos quedado callados, en actitud de alumnos que van a escuchar una clase–. Él continuó: “¡No más “bambachos” desde este momento… Tampoco, más “camanejos” (Parecía que está proclamando la Independencia)… La palabra “Camaná” tiene el mismo sonido que “Canadá”. Y he estado pensando ¿Qué pasaría si a los de Canadá le dirían “Canadejos”?… Aunque si Canadá hubiera estado en el Perú, eso hubiera pasado. ¡Pero no! Los de Canadá son Canadienses… Por lo tanto desde ahora nuestros paisanos de Camaná ya no serán camanejos, sino “Camanienses”… ¡Basta de desprecios, carajo!… De aquí saldrá una moción: al Parlamento, o a la Real Academia de la Lengua… Y tenemos toda la razón del mundo para defender los gentilicios “Bambés” y “Camaniense”, penando a quienes insisten en “Bambacho” y “Camanejo”… aunque seguirán siendo usados por el vulgo injuriante… Pero ya tiene su ¡Hasta aquí!
El orador inspirado fue sepultado entre vivas, hurras, frases de admiración y no faltó alguien con una hoja de papel haciendo firmar a los asistentes… ¡Para oficializar esto! –decía– y todos rubricamos con un entusiasmo inocente, un convencimiento de que esta sencilla hoja de papel llena de garabatos exaltados llegará a su destino, como una muestra que estamos aportando en bien de la Cultura del País… Bueno… Era algo verdadera la aseveración de nuestro flamante Bambés… “Esta reunión hará Historia”… De repente oímos a Ernesto:
– Yo comienzo retirando lo de “bambécil”… ¡El Bambés ha demostrado tener llena la sesera! ¡Caballeros! –hizo su expiación dándole un apretón de manos a Wily.
Bella reunión. La dueña de la cantina, una señora que también preparaba chicharrones los días sábados, se las ingenió para traernos lo que le quedaba del último fin de semana, y fueron “unas rellenas” fritas, son como salchichas con interior vegetariano, y las sirvió sobre una montaña de papas hervidas y maquilladas hasta el rojo con achiote y azafrán y otros aliños; todo tenía muy buen aspecto y estaba en el centro de la mesa, para que picáramos… Bueno, era una magnífica forma también de retenernos y así continúe consumiendo este grupo de ilusos parroquianos.
– Alguien había notado que Wily se desaparecía por momentos, para ir al baño. El servicio higiénico era una tosca losa de granito entre la penumbra. Se oye una voz que dijo: “El Bambés ya está con los problemas de la próstata… son más de seis veces que va al baño!”. Pero él, con sus ojos picaros respondió, como por acto reflejo:
– No es por la próstata, compañero… No. Yo hago esto a propósito, para no emborracharme… –y con una sonrisa cínica continuo– Porque el que toma y mea, nunca se marea…
– Pero nos estamos distrayendo –reclamó con su voz grave Santiago, mientras nos miraba a todos desde unos ojos que parecían más hondos debido a la tupida barba que bordeaba su rostro–. Carlos: dijiste algo que nos ha dejado perplejos: Que los Incas llegaron a Europa muchos años antes que Colón a América y que fundaron Dinamarca… ¡Continúa contando! ¡Está muy interesante!
Creo que el avituallamiento con papas y rellenas había infundido nuevos bríos al grupo. Decidí, entonces, dar forma a las delirantes razones de esa afirmación mía.
– ¡Sí! Después de una cruenta lucha, las tropas incas, que habían invadido el norte de Europa, vencieron a los feroces Vikingos, quienes, durante siglos habían incendiado y saqueado lo mejor del Viejo Continente. ¿Sabían que la palabra “Dinamarca” proviene del griego “Dinos, antiguo” (por ejemplo dinosaurio quiere decir saurio o lagarto antiguo), y “Marka; palabra Quechua que significa territorio”? Los Incas le pusieron ese nombre para honrar a aquella conquista, una lejana región poblada por gente guerrera e irreductible desde tiempos inmemoriales.
– ¡Cuéntanos cómo fue la guerra entre Incas y Vikingos! ¿Cómo llegaron los soldados quechuas hasta allí!
– ¿Quieres que te cuente, Bambés, sobre esta grandiosa guerra entre los Sinchis de Túpac Yupanki y los berserkers de Elarik, el sanguinario?
– ¡Sí! ¡Sí!
– Tráeme a tu hermana y te cuento…
(continuará)
Carlos Rubio Rivera en Rivadavia
* NOTA MONTAÑA: Felicitamos, agradecemos y nos regocijamos en las sabrosas líneas de Carlos Rubio Rivera, enviadas desde España, para deleite de los seguidores de este portal. Un saludo entrañable de su compañero de carpeta y de inolvidables aventuras: Temi Gavidia, quien lo admira muchísimo.