Skip to main content

EL SENTIMIENTO DE UN PUEBLO

H. Gálvez


¡CHOTA!… esa heredad que los chotanos llevamos a todas partes, porque es parte de nosotros mismos y crecimos con ella, es nuestra memoria, nuestra esperanza, conserva nuestras más hondas nostalgias; viviremos con ella a pesar de los olvidos y las distancias.

Los chotanos, donde quiera que estemos, cada 1º de Noviembre volvemos los ojos del alma al terruño, repasamos su dramática historia; exaltamos a sus guerreros que se ofrendaron en defensa de la patria; veneramos a sus hombres ilustres; recitamos a sus cantores que supieron plasmar las vivencias de un pueblo laborioso, cordial, querendón, enamorado, que sabe rebelarse cuando el caso lo amerita. Volvemos el recuerdo a nuestros ancestrales usos y costumbres, que en eso somos únicos.

La historia de Chota se pierde en la niebla de los tiempos, bajo un manto de misterio y leyenda. Aún su nombre, que para la mayoría de estudiosos sobre la materia deviene de la divinidad arcaica CHOT, quien se reveló contra Naylamp, el navegante venido de mundos lejanos para ser adorado por los Lampallek, y que para otros su origen está en la lengua aymara CHUT que significa extensión y aún hay quienes dicen que deriva de CHONTA que significa nudo fuerte (quechua) tiene el atractivo del misterio. Para el historiador José del Carmen Guerrero su origen está en ATUN-CHOTA. Sea como fuese allí está su bello nombre, depositario de nuestras caras tradicionales, de nuestros más profundos afectos el cual, generación tras generación veneramos los chotanos con igual devoción.

Chota fue la musa inspiradora de nuestro insigne poeta Anaximandro Vega; su nombre tiene el resplandor de los épicos machetes que triunfaron en San Pablo, guarda el eco revolucionario de las huestes de Eleodoro Benel, el rebelde de los Andes. Chota es la cuna de las rondas campesinas del Perú, que nacieron con el Teniente Gobernador Régulo Oblitas el año 1976 en Cuyumalca.

Chota, desde la meseta Acunta, es el centro de sus estancias que la rodean con sus tierras feraces, cual floridos jardines rendidos a los pies de la bella ciudad, con diversidad de climas, desde el cálido y sofocante de sus valles hasta el gélido de las punas, en una gama alucinante.

No es aventurado afirmar que en Chota, concretamente en la campiña chotana, se inició el auténtico mestizaje peruano; dos razas se unieron para dar vida a la nueva raza americana, no de otra manera podemos explicar la persistencia de la belleza campesina de facciones europeas, con el color de ojos que nos hablan de lejanos conquistadores, esos que fascinados por la bella campiña, semejantes a los campos de Andalucía y embelesados por la hermosura de sus mujeres, se dejaron conquistar, para legarnos nuestro singular mestizaje. El habla de nuestros campesinos, motejado a veces, corresponde al auténtico castellano arcaico y cuya terminología persiste en el diccionario.

En Chota veneramos por siempre a nuestra Santa Patrona, la Inmaculada Virgen María. Hemos de creer que fue traída por tres arrieros y recibida con el fragor de clarines y relámpagos, despertando al dormilón Clarinorco que inflamado de excelsa devoción, arrojó su cándido penacho blanco que entonces tenía, hasta los confines celestiales, y quedó reducido a  la modesta mole que ahora es, por enseñarnos las dimensiones de la fe.

Habían pasado sólo 19 años de la captura de Atahualpa, cuando Fray Juan Ramírez de la Orden de los Agustinos fue comisionado para fundar ciudades en el norte del entonces Virreinato; y así fue que el 1º de noviembre de 1552, una mañana cristalina, arrebolada de trinos y perfumada por la vegetación de su campiña florida, bajo el pálido de un cielo azul, esta tierra virgen fue bautizada como Ciudad de Todos los Santos de Chota, no con la espada de conquistadores, sino con la cruz de la redención.

¿Nuestra Patrona fue la que eligió la meseta Acunta para su reinado?, ¿fue acaso su sino anidar eternamente entre sus campiñas?, ¿fue voluntad de sus hombres domadores de destinos? Lo cierto es que allí está la bella ciudad, entronizada hasta la consumación de los tiempos, con su nombre que recuerda al dios tutelar, ubérrima, mestiza, rebelde, taurina, rondera, con veleidades de diosa y sueños adolescentes.

Publicado en la Revista “El Sanjuanista” Octubre- Noviembre 2004

*Actualizamos este artículo en homenaje a HERNÁN GÁLVEZ CORONADO, quien ha emprendido la partida al OLIMPO CHOTANO, dejándonos un ejemplo de sencillez y profundo amor por la Patria Chica… ¡Poeta, te saludamos!

Artículo relacionado:

La Energía según César Gilberto

Loading