Muchas personas me preguntan ¿qué hacer para pertenecer a A.C.E.R. “Montaña”?
Hace unos tres años y medio, desde la Universidad de Cajamarca, aprovechando sus vacaciones, llegó a la Asociación una chica, amiga de Maggi Montaña, quien enterada del concurso de coplas carnavalescas, dijo haber compuesto algunas y tener deseos de participar en el mismo, pero necesitaba una pareja de canto. Ni bien la conocimos, vimos su disposición, y ante tal reto, recurrimos a Atilano Montaña, quien gusta llamarse Barrabás. Éste, como enviado del cielo, apareció por la esquina de la plaza; sin embargo, con su característico y exagerado castellano chotano, me dijo: ¡No taito, no hai’ser!, así sin ensayo, ¿cómo pue’ vamos a participar? Taste gafo… ¡no!
Pero en cuanto conoció a la chica, cambió de opinión, y en menos de media hora, con las muletas de su reciente accidente, fue a casa y volvió enfundado con su indumentaria típica; mientras el resto de la Asociación buscó en el mismo tiempo el atuendo para la novel pareja.
No ganaron puesto, sino el primero en el sorteo de participación.
Conociendo a Barrabás y su inefabilidad, podemos calificar la presentación como una jocosísima teatralización del concurso de coplas: las muecas y su desenfado hicieron del delirio de la concurrencia, en complemento con lo colorido y encantador de la presencia de ella. Eso sí, ambos muy atrevidos.
Al día siguiente, Mi Colega -que es como comencé a tratarla al final de aquel febrero-, introdujo en la Asociación un término conocido pero ajeno a la mayoría de chotanos: Chiguirip. Antes de la quincena de marzo, gestionado el proyecto, y en conjunto con ella, Maggi, Ángel Salvador y nuestra igualmente nueva amiga Ruth, iniciamos en el mencionado distrito de los chalanes y caballos de paso la grabación de lo que finalmente intitulamos “Chiriqipa: Tesoro y talento de Chiguirip”, mediante una intensísima semana de interminables caminatas entre la lluvia persistente, copiosa niebla y omnipresente fango, rematada con doce horas de caminata de regreso a Chota en las mismas condiciones, con una errada adicional en el Pajonal. El proyecto, auspiciado en lo básico por la Municipalidad de Chiguirip, incluyó un Congreso Cultural Ecoturístico que involucró a los estudiantes de los 3 colegios secundarios del distrito, en el mismo que las tres chicas se lucieron con sus ponencias sobre ecoturismo y producción alimentaria.
Sin embargo, la producción audiovisual “Chiriqipa…”, superadas las limitaciones logísticas, recién pudo estrenarse en noviembre de 2015 en una sala del Congreso de la República en Lima, dos años y medio luego del inicio de su grabación.
En la actualidad, ocho meses después del estreno, este 28 de julio de 2016, reviviendo los buenos tiempos, caminamos con Mi Colega de regreso a nuestra tierra adoptiva de Chiguirip, por el conocido camino de Leoneropampa, desandando el Pajonal y descendiendo a Chiguirip por el camino aún no caminado de su centro poblado menor La Laguna. Otra caminata espectacular disfrutando, en la presente estación, de la delicia de los frutos de pirgay dulcificadamente maduros, y del muñuño a punto de estarlo.
La plaza de Chiguirip nos recordó el compromiso Montaña. Y dos días después -hoy-, en una pampita del río Chotano, más allá del extinto Puente Choza, durante una excursión con parte de los niños de la Asociación (“Renacer Montaña”), Mi Colega, realizó el juramento que la formaliza como Asociada Montaña de pleno derecho y la integra al libro.
Mi Colega, graduada como Ingeniera de Industrias Alimentarias, y radicada aún en Cajamarca debido a estudios complementarios, rebosa siempre en entusiasmo de seguir al rescate de nuestra identidad cultural, y botánica especialmente, sin fijarse en los temporalismos. La mermelada de pirgay, que preparara para este día, una delicia y un pequeño lujo de la caminata por el pajonal.
Frente a lo que pueda creerse, no soy ingeniero en industrias alimentarias, como ella; pero Mi Colega sí que siempre fue Montaña. Montaña desde que se subió al escenario de las coplas con Barrabás, y también cuando por aquella misma génesis se ciñó la sugestiva indumentaria de la joven, hermosa e incorruptible fiscal, Emperatriz Buenaventura, defensora de Linda Flor Tirado, la agraviada en la disparatada comedia ¡Ñinflas, ñanflas! de Los Magnitos -elenco de teatro Montaña-, donde Barrabás hizo de Símpalo Pariatanta Coñor, el ultrajador encausado, y, quien suscribe, caracterizó a su artero abogado defensor, Leónidas Cabello. Cuánto nos reímos aún de aquel desaforado careo y de aquella desaforada audiencia, audiencia que convirtió a Emperatriz para siempre en Mi Colega.
Diana, es su verdadero nombre, y Artemisa el ideal nombre de esta helénica prosa.
Y para aquellos que aún siguen preguntándose cómo ser un Montaña, pues, con esta simpática historia les respondo, que no necesariamente hay que co-realizar el documental de otro de los 19 distritos chotanos, sino, con cariño y dedicación, cualquiera de las otras obras mencionadas y realizadas por Mi Colega. Para ser un nuevo Montaña, sólo hay activar en las diferentes acciones de la asociación: artísticas (teatro, poesía, canto), culturales (charlas, concursos, festivales), ecoturísticas (caminatas, excursiones, visitas guiadas) y/o ecológicas (proyectos de investigación y campañas de reforestación con especies nativas).
En suma, sembrar juntos un árbol es la más noble de las maneras. Los alisos de Diana o Artemisa en su natal Conga Blanca a esta hora continúan elevándose.