La acentuada modificación del clima en la sierra de estos días, magnifica la sensación claustrofóbica y calcinante del mediodía dentro en la combi, que nos obliga a desear llegar al destino lo antes posible. En otros eneros era normal no ver al Taita Inti, pues la Hermana Lluvia con su velo gris nos lo ocultaba, con la suprema misión de proveernos luego el tierno maíz y la oportuna leche en el estío chotano de mayo a setiembre. Mas, el estío del año pasado, hecho uno con este invierno ausente, amenaza con enseñorearse tiránicamente. El Sol nos achicharra en la carretera de la jalca a Cajamarca, y, esta temporada, no quiere volver la Hermana Lluvia; porque, en definitiva, la hemos molestado. Ay… ¿qué habremos hecho? Ay… ¿qué habremos dejado de hacer?
Bastante aturdido por la sensación cada vez más costeña de la ciudad de Atahuallpa, cumplimos con la proyección del documental Chiriqipa: Tesoro y talento de Chiguirip, en la sala Kazuo Terada del Complejo Monumental Belén, coordinada con la Dirección Regional de Turismo (DIRCETUR) a través de Maggi Montaña. Nuestro sincero agradecimiento.
Luego, a la mañana siguiente, muy temprano, vamos con Manuel Roberto y su padre Manuel Salomón Roncal, a conocer y disfrutar de la laguna San Nicolás (distrito de Namora, provincia de Cajamarca), la más grande de la región, según nuestros catedráticos anfitriones.
El espejo de agua es en realidad hermoso a cada paso e impresionante y más aún cuando llegamos a la cima del Collor, apu sagrado de los Caxamarca, donde estos habrían librado cruenta batalla con las tropas Inca.
Allí quedan sus restos, tristemente abandonados por nuestra “civilización”; lo que nos produce preocupación y alerta, al pensar que si en la llamada capital regional así están los restos arqueológicos, que puede esperarles a los recursos de los distritos “remotos”, de las provincias “remotas”, ignorados por el centralismo “remoto”. Sin embargo, los Montaña y los chotanos no nos quedamos nunca con los brazos cruzados; en ello seguimos trabajando con nuestros propios contactos en casas superiores como “San Marcos” o “Ricardo Palma”.
Démonos cuenta todos que nuestros pueblos y aldeas tienen vida, tienen libros escritos en piedra, en rupestre tinta o eólico pincel; que esperan no nuestra misericordia, sino la oportunidad de no ser desterrados definitivamente y esputados de la historia junto con nuestra fugaz existencia.
Pesimismos afuera, disfrutamos a plenitud del día, a lo Montaña, y en esta oportunidad con una generosa dupla de Manueles: Roberto y Salomón; quienes a cada paso prodigan conocimiento: en el birdwatching y en la fitopatología, respectivamente… ¡Cuánto honor!
Nuestro espíritu Montaña entonces se termina por mimetizar con el olímpico azul de la laguna y con cada verde mar de los tayancos floridos, compitiendo con el totoral.
Me preguntan mis amigos ¿Qué tal la visita? Les contesto simplemente, mientras nos eternizamos a instantes en la línea que difumina el agua con el cielo… ¡Estos momentos son de aquellos para siempre!