a : Hernán Gálvez Coronado
in memoriam
Enganchado a Pomalca, se fue Tulio Rodrigo
dejando en la ladera su choza y sus querencias,
el maíz ya barbudo, amarillando el trigo,
a sus hijos llorando y en cinta a la Clemencia.
Sobre la carga se iba, injertado en distancias,
la pobreza afligía su vientre digno y justo,
marchábase en silencio, sorbiendo la fragancia
de la linda campiña, su hierba y sus arbustos.
El Ande le sustrajo con paisajes ajenos,
al contemplar los sesgos de abrupta carretera,
y cada vez más lejos de sus amores buenos,
impactado quedaba de bruma y de quimera.
Avizoró la hacienda, con olor a melaza
la caña hervía a gritos en gigantescas pailas,
y salía el azúcar, engañosa esperanza,
de cholos que en el corte mataban sus espaldas.
Los machetes afeitan las auroras de agosto,
el sol, que se desplaza a rastras por las once,
gime entre los sembríos del latifundio vasto,
mientras que los peones desayunan con mote.
El patrón se pasea engomado y distante,
el capataz rastrero, azuza a la cholada,
entre improperios ruge cobarde y petulante
y con látigo al ristre, grita a la peonada.
En septiembre hace frío y en las míseras chozas
sudaban los peones su fiebre y su delirio,
tuberculosos jóvenes mataban sus tristezas
ingiriendo aguardiente barato y amarillo.
Tulio Rodrigo, escuálido, tosió la noche entera,
impregnado de aquellas vagas melancolías,
sus huesos se desarman, extendido en la estera
y entonces se da cuenta que la muerte venía.
Amaneció un noviembre, tirado boca arriba,
ya su poncho andrajoso musita una sentencia,
sus maltratadas manos estrujan todavía
esa postrera carta que le envió.., Clemencia.
Lo enterraron un lunes con sol y sin campanas
como se entierra al pobre en los sistemas brutos,
donde no vale el hombre, su fuerza, su esperanza
y en donde se devoran las patrias y sus frutos..
* Poema de DIMAR, incluido en su poemario “Travesía de regreso a la esperanza”.