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Trece horas después de partir de Chota, con transbordos inmediatos en Chiclayo y Trujillo, los Montaña llegamos hasta Otuzco, media hora antes del mediodía del viernes 24 de abril de 2015, invitados por nuestros amigos Humberto Chávarry y Susana Guzmán, a nombre de la municipalidad de la mencionada provincia liberteña. La expectativa, sobretodo en Nayeli y Rubí, las más pequeñas, evitó los estragos propios del largo viaje.


En la Tierra de la Virgen de la Puerta, en la Semana de la Identidad y la Integración Otuzcana y en el marco del 154° Aniversario de creación política de esa provincia, acudimos desde Chota con nuestra Caravana Cultural “Montaña, compuesta en este caso por Milton Antezana Sánchez, Germán Blanco Collantes, Mirian Burga Zavaleta, Nayeli Cieza Sempértegui, Rubí Noriega Burga y Juana Vásquez Paredes; Luis Alejandro Díaz Martínez, desde Colán, nos dio el alcance en Trujillo y Oscar Sánchez Ruiz, desde Santa Cruz, hizo lo propio en Otuzco.

Otuzco nos recibió, cierto, con un conato de pleito entre una pareja de comerciantes ambulantes, que fueron intervenidos enseguida por las rondas campesinas; resaltando a continuación el empedrado de la calle Tacna entre el paradero y la plaza de armas, bullendo de gente, de algarabía y de fiesta. Don Iván Guzmán, padre de Susana y exconsejero regional de La Libertad por Otuzco, nos encuentra fotografiándonos ante la iglesia y nos conduce de inmediato para instalarnos en su casa, ubicada en la calle Cáceres, a dos cuadras de la plaza de armas.


No hay tiempo que perder. Un rápido recorrido por los puestos de la Feria Gastronómica, nos lleva hasta el stand Chota, pero de Otuzco, cuyos representantes nos indican que se trata de un valle precioso y muy productivo, quedando como motivo para conocerlo en una próxima visita.

Entonces tomamos nuestro propio stand en la Feria del Libro, denominada “Apolonio González Juárez”, dispuesta ante el frontis de la Municipalidad, distribuyendo las muestras de poemarios, libros de cuento, periódicos, guías y postales turísticas que habíamos llevado. Allí nos reconocimos con Luis Flores Prado, integrante de la Asociación de Escritores “Ciro Alegría” de Huamachuco, aspirante a Punto de Cultura, con quien nos conociéramos en el Encuentro Macro Regional de Trujillo en marzo último; mientras grupos de jóvenes estudiantes iban llegando e interesándose muchísimo por las muestras de nuestro stand.

Manuel Vidal nos indicó el camino del almuerzo, en un restaurant cerca del paradero a Trujillo, donde nos conocimos y compartimos la sobremesa con los artistas Margot Palomino (Moquegua) y Rasu Ñiti (Huamachuco); así como con el escritor cajamarquino de apellido Lezama. Margot se regocijó en conocer a Dimar (Lucho Díaz Martínez), nuestro poeta autor de “Marañón”, afincado en la playa de Colán, quien como de costumbre se adueñó de la improvisada y meridiana tertulia.

Un llamado de Humberto nos hace volar hasta el local de la Municipalidad, donde, ya por la tarde, se inauguraba la Exposición Pictográfica. Allí volvimos a apreciar el canto de nuestros nuevos amigos con el profesionalismo de su pasión. Fue el momento también de la llegada de Oscar Sánchez Ruiz, colaborador Montaña y Presidente de la Comisión de Educación y Cultura del Consejo Provincial de Chota, quien agregó a nuestro stand el afiche oficial e histórico de la película “Los ronderos” (Maryanne Eyde, 1987), producción de la que es coguionista.


Mientras insistíamos en que nos indicasen el momento de nuestra participación, tratábamos de ayudar a Susana, Humberto, Manuel y Claudia, quienes se multiplicaban atendiendo a las múltiples delegaciones.


Nayeli, una de nuestras destacadas declamadoras, ataviada ya como Flor de Chot, fue la primera montaña en presentarse en la pista preparada para el ballet de la Escuela de Trujillo, dispuesta ante el palacio municipal. Fue aplaudida en nombre de Chota, luego de realizar su performance de “Ilusiones frustradas”, el singular poema de Amílcar Mestanza Bustamante. Continuaron los números de ballet, ponencias literarias hasta la recitación de David Novoa, ganador del premio Poeta Joven del Perú, quien matizó su presentación acompañado en la percusión por dos compañeros. El crepúsculo puso el marco para la declamación de “Adelante rondero”, el arengante poema de Germán Blanco, de su propia autoría, y en representación de los Anaximandros Montaña.

A las ocho de la noche, ya en el escenario mayor, le tocó el turno a Mirian Burga, cantante y actriz, protagonista en la película “Lágrimas y carcajadas” (Joselo Mejía, 2007), cantando el yaraví “Tormento” de Ítala Díaz Rojas (Nube Blanca) de Chiguirip.

Germán Blanco replicó con su poema “La justicia”, quedando el escenario presto para el desfile de artistas otuzcanos, como Víctor Manuel, Yovana Reyes, César Riveros, así como el grupo Pakary. Nosotros pudimos deleitarnos ya con Wilson Benites y la agrupación Kotosh, luego de compartir la cena-tertulia con los escritores invitados; viviendo en aquella cena, junto con Susana y Humberto, la esencia de la visita, al compartir con los artistas de la palabra Robert Jara, Jorge Tume Quiroga, Alejandro Benavides Roldán, Luis Flores Prado, el mimo Julio Pinedo Cervantes y los cantantes Margot Palomino y Rasu Ñiti. Mirian Burga fue una vez más aplaudida luego de interpretar el genial yaraví “Desprendida de una nube”, también de Ítala Díaz Rojas (Nube Blanca).



El alba del sábado nos halló a los Montaña en caminata por la parte alta de Otuzco, desde cuyo Mirador pudimos apreciar a la creciente ciudad, con un sabor agradable y todavía a pueblo, a provincia serrana. Entonces, sabiendo que las comparaciones son odiosas, pero que en esta oportunidad valen, comparamos a Otuzco con nuestra actualmente desordenada urbe de Akunta, en el particular aspecto de limpieza pública. El camión colector de baja policía, en Otuzco, con su repique provinciano, nos remonta a mejores tiempos en Chota, cuando también nuestras gentes iban sacando alegremente sus paquetes de basura al paso de la campanilla. Da vergüenza decirlo, pero nuestros actuales pobladores, en este caso, han perdido el sentido común; pues las noches de Akunta se llenan de irresponsables actos que llenan sus calles de míseros hábitos que los perros disipan con idéntico y desvergonzado cinismo. ¿Quién pondrá coto a esto? ¿quién frenará la creciente barbarie?

Otuzco, por otro lado, cuenta con empedradas calles, casi en su totalidad, que le dan un aire de distingo, y se extienden junto con amplias veredas a un solo nivel, aún en empinadas cuestas. Manuel Montaña, en este sentido, sería muy feliz en esta ciudad, y evitaría estarle reclamando a la desaforada explosión de la Chota de los noventa, que nos heredó un desnivel y descalabro de hasta un metro de diferencia de nivel de veredas entre uno y otro vecino.

Tampoco hemos visto en Otuzco mendigos durmiendo en la calle, como sí en nuestra amada tierra, humanos calentando con su piel las frígidas veredas (Mi casa en la vereda). Son odiosas las comparaciones, repito, y tal vez terminemos odiándonos nosotros mismos; pero nos queda un durísimo y casi cancerado trabajo de recuperación del ornato y de rehumanización de nuestra ciudad, que a veces es preferible pensar en la nueva Chota que se aviene con la nueva carretera en la línea del río Chotano. Allí soñamos con amplias y bien diseñadas avenidas; un óvalo de recepción al visitante y en honor a Mario Mestanza Villacorta con un gran arco que nos recuerde que “El paraíso no está en el cielo… está en la tierra donde yo nací”; más áreas verdes; parques infantiles; nuevos y bien diseñados mercados y, por favor, veredas construidas al mismo tiempo que las nuevas avenidas, a un solo nivel para asegurar el correcto tránsito de nuestros ancianos y niños. ¡Nunca más creemos calles sin veredas!

Teniendo de igual manera muy vívido el recuerdo de los imperiales choclos de Otuzco y contando con la experiencia de haber subido al Chologday, desde donde se aprecia en su magnitud esta liberteña ciudad, con una preocupante deforestación, seguimos preguntándonos dónde quedarán los proficuos valles que alimentan su enorme fe, haciendo votos porque los conserven e inicien pronto la reforestación de la invaluable flora nativa.


El desayuno se convierte en la plausible oportunidad de saludar a don Iván y doña Margarita y charlar con ellos un buen momento, antes de tratar de ingresar en el interminable desfile del Día de la Identidad y la Integración Otuzcana. Pasadas las horas, con el inclemente sol, las montañita se cansaron, especialmente Nayeli, quien ya no quiso estar más con el atuendo típico chotano, debido al peso. Entonces decidimos hacer un poco de turismo, visitando la Iglesia vieja, convertida en museo, con la impresionante colección de mantos y joyas de la Virgen de la Puerta.


En el centro de la plaza, recibimos la brevísima visita de María y María José, quienes habían hecho un alto a sus actividades en Trujillo, recordando que Juanita Cusma no había podido hacer lo mismo.


Rescatamos algunas pruebas del desfile, fuimos a almorzar y después terminamos visitando el nuevo parque infantil -muy bonito-, a la vera del río;

para asistir, ya al atardecer, como habíamos quedado, a la ceremonia de clausura de la Feria del Libro, realizada con presencia del alcalde, Sr. Luis Rodríguez Rodríguez, en el auditorio de la municipalidad.

Ese fue el turno de Dimar para exponer en forma precisa su obra literaria y su agradecidísimo amor por la divinidad.

Mirian reiteró “Desprendida de una nube” y Milton, a nombre de A.C.E.R. “Montaña”, dejó en manos del alcalde una colección de algunos libros chotanos para la Biblioteca de Otuzco.


En la cena, la última en Otuzco de este abril, Nayeli recitó “Contrabando”, equivocándose a propósito para que fuese “corregida” por su autor, Dimar, con quien completaron a dúo el celebrado poema.

Joyas de plenilunio, el magistral poemario de Jorge Luis Díaz Collantes, enviado por su esposa María Mélida, fue intercambiado con algunas obras de los presentes. Jorge, al igual que Walter Gavidia, en Chota, y César Gilberto Saldaña, en Lima, no pudieron participar del evento por impedimentos laborales.

Oscar y Juana se habían regresado al mediodía sin espacio para la presentación de la película “Los ronderos”, donde son coguionista y actriz, respectivamente. Por eso tampoco cantó Juana su pechada y desistimos en la presentación del sketch de Los Magnitos que habíamos preparado. Ante tantos eventos juntos, muchos artistas se quedaron sin participar, dijo Susana. El 154° aniversario de Otuzco, con tanta actividad y frenesí, apenas sí hizo que nos sentáramos un momento a analizar tal efemérides con el bueno de don Iván, padre de Susana, anfitrión como pocos.


Domingo, en madrugada, con el tiempo apenas para un fugaz desayuno, partimos de Otuzco de vuelta a Chota. Esta vez, sí fue preciso hacer una escala en Trujillo para conocer el centro de la ciudad y almorzar en familia montaña, antes del viaje de las tres de la tarde. A las nueve y media de la noche nos despedíamos de Chiclayo y a las tres y media de la madrugada del lunes nos recibía en Chota una bolsa dotada con indignas alas, que emergió volando cual wicapa desde la ventana de uno de nuestros modernísimos edificios, estrellándose en el pavimento y desparramando en la quietud de la noche sus maliciosos humores.


Todo lo dicho está dicho con el humor de corregirnos y lo último quisiéramos que no fuese cierto. Pero, si bien nuestros amigos otuzcanos, quienes visitaron antes Chota han llevado buenos ejemplos de nuestra cultura, como la Flor de Otuzco, réplica del concurso de la Flor del Chot, realizada en su primera versión el jueves antes de nuestra llegada, así como el concurso de estampas costumbristas, el mismo día de la identidad, entre otros, les han servido de modelo; es preciso indicar que lo bueno y bello que hemos visto de ellos para nosotros también debe ser ejemplo.

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