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Señor Decano de la Facultad de Letras:

 

 

Al finalizar este ciclo correspondiente a la Sección Doctoral, presento a la consideración de Ud. y de la Junta de Catedráticos de la Facultad el presente trabajo sobre la Ética de Arturo Schopenhauer, con el carácter de Tesis para obtener el doctorado en Filosofía.

 

No conceptúo esta labor como la meta definitiva de mis estudios universitarios, ni mucho menos como el Divortia Acuorum entre los que fueron mis maestros y yo. Al contrario, la considero sólo como una etapa  y un episodio de mi vida estudiantil,  y como un vínculo más entre mi pasado y mi porvenir intelectual.

 

He preferido esta rama de Filosofía a las otras dos que corresponden a la Facultad de Letras; porque reconocido está que la Filosofía es la Ciencia Madre, fuente de todo conocimiento humano y constituye el Alfa y el Omega de toda actividad del espíritu.

 

Esto no implica, empero, que el saber humano se pueda agotar en las breves páginas de una Tesis, desde el momento en que dicho saber está en el devenir, en la eclosión de la vida misma. El inagotable y variado transcurrir de ese libro que se llama Vida nos presenta en cada minuto una perspectiva nueva, llena de grandezas y de profundas emociones; y ese grande, inusitado y pintoresco libro no se podrá resumir nunca, ni demostrar tampoco en algunas páginas de tonalidad doctoral. Convencidos estamos de ello; pero, precisamente, por eso mismo, tenemos que completar los instantes de esa cadena de nuestra propia vida, que pasa, ininterrumpidamente, demostrándonos y enseñándonos, cada vez más, una nueva verdad. El presente trabajo constituye uno de esos instantes.

 

Tema arduo y escabroso es ocuparse en estos momentos de un sistema de Moral, precisamente, porque asistimos a una especie de quiebra de todos los valores normativos del espíritu. La Humanidad ha crecido tanto y la civilización contemporánea es tan complicada que ya no se pueden encauzar en una sola dirección sus diversas aspiraciones, ideales y finalidades. La conciencia humana encuéntrese solicitada por, innumerables y variadísimos estímulos; el Mundo está pletórico de ambiciones antagónicas; la Ciencia misma es tan compleja y paradójica, a causa de su propia riqueza que es problema difícil señalar a los hombres la estrella polar de su felicidad.

 

Sin embargo, no es nuestro propósito constituirnos en profetas y cicerones de una Humanidad precipitada, intranquila y, tal vez, decepcionada. Solamente pretendemos exponer un sistema ético que pueda tener benéficos y eficaces resultados si se le estudia con interés y si se hace lo posible por llegar a comprenderlo. La doctrina de Schopenhauer no es una doctrina nueva; corresponde a los últimos años de la Edad Moderna; su autor es bastante conocido, también, por las diversas obras publicadas por él, con un sabor especial de pesimismo y rebeldía. Mas ahora sé trata de una nueva presentación, tal vez, de un nuevo criterio sobre la referida doctrina.

 

Si hemos escogido este sistema, prefiriéndolo a otros, este escogimiento tiene sus motivos, a saber:

 

1°  Se ha hecho, frecuentemente, una crítica demoledora de la moral compasiva y caritativa; pero sin llegar a explicar suficientemente el sentido que sus sostenedores  dan a los términos piedad y caridad. Vamos, pues en procura de una explicación más amplia y más justa.

 

2° Muchos sistemas y teorías filosóficos actuales tienen relación con la doctrina de Schopenhauer, como las ideas de Bucken, Keisserlin, Frank, Eckart, Scheler, Lipps, etc.

 

3° La moral antedicha se relaciona estrechamente con la doctrina de Jesús extendida por una gran parte del Mundo.

 

4° Nos da a conocer, también el pensamiento ético de algunos países orientales, especialmente de la India, como el Budismo y el Brahamismo.

 

5° Está más de acuerdo con la psicología y la cultura latina, que se encuentra esparcida en gran parte del Continente Americano.

 

Este tema, escogido de cuerdo con el Catedrático de Filosofía Moderna, debió ser presentado en 1930; pero se ha retrasado su presentación a consecuencias de las agitaciones políticas que convulsionaron la República desde entonces; agitaciones que perturbaron hasta la vida de las Universidades en todo el País, haciéndola precaria e inestable. Por otro lado los hombres, como las instituciones, del Perú entero se vieron, también convulsionados, agitados, desorientados o perseguidos. Era el mal de la época y había que soportarlo con estoicismo y con la esperanza de recobrar algún día el tiempo perdido. Circunstancias son estas que justifican la tardanza de su preparación y presentación.

 

Pero ya que ha llegado la hora en que el mecanismo político, social y cultural empieza a, estabilizarse, tengo la satisfacción de poner en vuestras manos y bajo la luz de vuestro criterio esta Ética de Schopenhauer, esperando que en ella se revelen, siquiera en forma aproximada, las enseñanzas y el idealismo de los que considero siempre mis maestros y orientadores en el sucederse de estas páginas fecundas y palpitantes que se llama Vida.

 

Lima, agosto 15 de 1936.

 

Emilio Díaz Tirado.

 

Dedico este trabajo a la memoria de mi extinto hermano Eliseo, con quien compartí diez años de trabajo intelectual; primero en el Colegio de «San Juan» de Chota, y después en los claustros, de la Universidad de «San Marcos de Lima.

 

Chota, febrero 28 de 1943.

 

E.D.T.

 

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