ALAMEDAS DE OTOÑO QUE CONDUCEN A TU AUSENCIA
Walter E. Gavidia Benel
Esta tarde ya no estás y siento frío,
certero el viento ha clavado su dardo de cristal
aquí en mi pecho adolorido,
y arqueando el dorso he visto pálido mi ser,
en hoja seca ser arrastrado hacia un olvido.
Esta tarde ya no estás hoy siento frío,
no más tu cálido follaje arropará los huesos vivos,
sólo han quedado mis manos yertas anidando en los bolsillos
y largo el camino tatuado de ajenos cansancios.
¡Qué gima entonces el viento en mi dolor porque te has ido!
ahora que crispan mis manos la soledad de leños contraídos,
ahora que agónicos mis brazos se aferran a la seda silenciosa de su niebla
cual ramajes de árboles que han muerto mendigando una limosna
o acaso la migaja desecha de tus besos destilados en rocíos.
Esta tarde ya no estás y siento frío,
y entre eólicos suspiros he visto mi ser en remolino
¡muriendo exangüe!
ahogado en la profusa hemorragia de hojas secas a mi paso.
Va naufragando ya mi alma en la mar de tu silencio,
ya no tengo donde asir mi soledad,
ni siquiera de tu cuerpo un madero
sólo he quedado entre las olas de tu ausencia,
ausencia embravecida por suspiros de las penas.
¡Qué gima entonces el viento mi dolor porque te has ido!
¡qué desgaje tu nombre del silencio!
hoy que te has ido mujer
entonces, hoy más comprendo,
que más te quiero.