Aurora de alcohol encendida a tiros,
hoguera crepitante
ponche caliente de ciudades
tras un cierrapuertas en desolación.
Por qué este hombre que lleva al brazo los caminos,
como un poncho de listas,
ha bebido la sangre de todos los crepúsculos,
ha herido la luz de todas las noches
al golpe de su daga
y ha quebrado vidas de hombres como ramas
si han estorbado en su camino.
Hoy bajo su mirada torva y honda
se aplastan las casas del poblacho,
igual que cuando están al pie de un cerro.
Pero él reventará todas sus alegrías
y se irá después
como se va el río.
Estrujará los vientos con su caballo
para abrazar el alma de la montaña.
Arrojará por las quebradas su robusta canción
de plomo y pólvora
que hace parar el vuelo de los cóndores.
Y luego en las pampas, donde quiera,
se dormirá bajo el cielo
con su mujer más fiel, su carabina.
Él sabe que algún día -no le importa-
le dejarán como un huanchaco
con el pecho rojo a puñaladas
y en sus labios muerto el sol.
Después, en su camisa como un mapa
buscarán el ritmo de su vida.
(El Cantor de Chota)
![]()