TERCERA PARTE
JUICIO SOBRE LA ÉTICA DE SCHOPENHAUER
Todos los filósofos y escritores en general, han sido atacados por unos y defendidos por otros, o atacados y defendidos alternativamente. La apreciación de una doctrina, depende, la mayor parte de veces, del temperamento de quien la aprecia. La filosofía schopenhaueriana no podía ser una excepción y entre los críticos que la juzgan, encontramos unos que la defienden y otros que la atacan.
No podríamos pronunciar un fallo más o menos seguro sobre esta doctrina ética sin considerarla involucrada dentro de todo el sistema filosófico de Schopenhauer. Y apoyamos esta idea en la siguiente opinión de R. Lehmann, contenida en una de las revistas de Occidente (1925): "La oposición entre la voluntad del deseo de vivir y la negación de sí mismo conviértese para él en la sustancia del proceso cósmico. Su visión del mundo adquiere un contenido esencialmente moral: es un monismo de orientación ética lo que él enseña."
Nuestro juicio sobre la doctrina moral de Schopenhauer establece: 1°, que el pesimismo de toda la doctrina filosófica schopenhaueriana puede ser una cuestión de método; 2°, que la originalidad de Schopenhauer está en la sistematización y estructuración de su doctrina, con los aportes de la filosofía hindú, de la filosofía de Kant y de Platón, y además con las ideas morales del Cristianismo; 3°, que la moral planteada por Schopenhauer tiene un carácter artístico, semejándose al einfulhung; 4°, que la influencia de Schopenhauer no queda reducida al segundo periodo, establecido por Rzewusky.
El Pesimismo como una cuestión de método. Al recorrer “El Mundo como Voluntad y como Representación", parécenos que estuviéramos sumergidos en un crepúsculo infinito, sin sol y sin estrellas; un panorama de inmensa tristeza y desolación se siente surgir ante nuestro espíritu, lleno de angustia y desesperanza. El mundo ha perdido su colorido y sus formas atrayentes y se ofrece sólo como un presente de miserias y de dolores. El autor, con la claridad y profundidad de su pensamiento, así como con la pasión propia de su temperamento, nos ha contagiado, y nos sentimos súbitamente en presencia de un mundo nuevo, extraño y sombrío, distinto de aquel otro, mundo tan lleno de armonía y de felicidad que pintara Leibnitz, para halagar nuestra ilusión. Y es que hemos llegado con aquel "budista extraviado en occidente" al corazón del Pesimismo, de esa convicción aterradora de que el mundo es el reino del mal y del dolor, de que la felicidad no es sino una ilusión, un espejismo producido por la limitación de nuestro conocimiento y de nuestro genio.
¿Y de dónde ha venido este nuevo apóstol del dolor? ¿De dónde ha sacado ese mensaje que nos invita a la renunciación y al aniquilamiento? Ha salido de la comarca de los Vedas y de los Puranas, y su mensaje se ha inspirado en los Oupanischads.
El hombre átomo miserable del Cosmos, siempre hambriento de felicidad vagará por la vida, con su dolor a cuestas, sin conseguir curar su herida de deseos ni aún trasponiendo los umbrales de la muerte, porque el dolor perdura con el solo deseo de la vida. Con su bagaje de quimeras y de ilusiones, insatisfechas, apenas posa su mirada en los demás hombres, haciendo de su yo el centro del universo; pero al mismo tiempo, el centro del sufrimiento…
No obstante, de repente, la visión desconsoladora y sin esperanzas parece borrarse; el espíritu se tranquiliza, se aquieta y siente que otro mundo, surge en el horizonte. Este otro Universo está lleno de paz, de una serena paz e inundado de luz; es nuestro, todo nuestro, como nosotros somos de él; y, hemos llegado hasta este extremo de la vida, desde el cual contemplamos un Cosmos distinto y tranquilo por lo caminos del arte y del ascetismo. En este camino se ha perdido la individuación, pero se ha ganado el reposo; se ha perdido el egoísmo, la acción y el principio de razón suficiente; pero se ha ganado la paz, la tranquilidad la identidad con el Cosmos, la vida trascendente, definitiva. No hay más dolor, ni inquietud, ni tristeza, porque la ilusión, el "maya" y la afirmación de la voluntad se han quedado detrás, y estamos en el seno de la realidad, de las idas puras, de las esencias.
Frente a estos dos mundos que nos presenta Schopenhauer ¿cuál será nuestra calificación? Es cuestión de saber en cual de ellos vive sinceramente el autor. Y en este caso, estamos de acuerdo con Rzewusky: Schopenhauer no es un pesimista convencido; no es definitivamente el mal y el dolor lo que afirma su filosofía; mas allá del dolor y del mal del mundo está el bien y está la felicidad. Citemos en apoyo de esta idea un pasaje de aquel crítico: "¿Pero cómo si la voluntad es maldita y perversa, la reproducción fiel de las ideas, que son sus objetivaciones, puede llenarnos de admiración y de apaciguamiento mediante la contemplación estética?" (pág. 87 L'Optimisme de Schopenhauer). En la misma obra encontramos la siguiente afirmación: "Los efectos del fenómeno estético no podrían tener lugar si nos colocamos en un punto de vista absoluto del pesimismo".
En nuestro concepto, pues, el pesimismo schopenhaueriano puede ser sólo una cuestión de método. Su autor quiere conducirnos por caminos tortuosos, inquietantes y sombríos, llenos de accidentes y de sufrimientos, para hacernos llegar a las regiones del sumo bien y de la interminable felicidad; como el Dante que nos presenta primero el infierno y el purgatorio para mostrarnos después el cielo. Hasta en sus contradicciones se nota oculta aquella idea de que el bien y la felicidad existen realmente. Así vemos que en su doctrina ética el mal nace de la ilusión, de la individuación, luego el bien está más allá de esa ilusión momentánea, en la esencia de la naturaleza y de la vida, es decir, en la voluntad. Por otro lado, ¿cómo si el egoísmo es la esencia de la voluntad, puede llegar a convertirse en piedad y en ascetismo? Claro está que la voluntad no es puro egoísmo.
Pero para llegar a comprender el aspecto optimista de la filosofía de este pensador es necesario tener una mentalidad metafísica, y no detenerse únicamente en la cuestión del método, que como sabemos, tuvo gran influencia en el siglo XIX. Lo que más grandemente llama la atención en esta filosofía es por qué el fundador del pesimismo ha llegado a conciliar la felicidad con el aniquilamiento y la negación de la voluntad de vivir. Es que en esta cuestión ha influido grandemente la disposición temperamental de Schopenhauer, (véase Spengler, La Decadencia de Occidente cap. sobre la Moral.) pues, Nietzche, tomando también como base la voluntad, llegó a un extremo opuesto, conciliando la felicidad con la afirmación de la voluntad y estableciendo un sistema voluntarista que determina la supremacía del más fuerte.
La originalidad. Desde luego, la concepción ética deducida del egoísmo predominante del hombre, y fundada en la piedad, está lejos de ser exclusiva de Schopenhauer. Ambas ideas se encontraban ya en la filosofía india y en otros pensadores anteriores a él; pero la originalidad de esta doctrina está en la sistematización, en la ordenación y en el entusiasmo con que la plantea por primera vez su autor, así corno en el calor con que la defiende. Y es precisamente este aspecto apasionado el que coloca al filósofo en el campo del romanticismo. Su anhelo tendido "hacia un algo lejano y mejor", que el hombre siempre busca en vano, pero de cuya existencia está seguro, le hacen un romántico. Forma también parte de ese romanticismo por la fuerte valoración de lo inconsciente y desconocido; parece en efecto que el sentimiento más que la razón le hubieran dictado su filosofía. Es el romántico de la voluntad y del dolor; diríase que es un apasionado buscador de tristezas y de infortunios; un enamorado de la infelicidad: sublime en medio de la tragedia humana cósmica.
Es verdad que influyeron en la formación de sus ideas filosóficas las doctrinas de Kant, de Spinoza, de Fichte y de Schelling; pero no influyeron en su pesimismo; el aspecto doloroso del mundo, la presencia del sufrimiento, es lo único que tiene valor positivo para él; la felicidad es un concepto negativo, es fugaz y, además, ilusoria. Por eso, se presenta en oposición al optimismo repetido, exagerado y hasta ingenuo de la vida. Los optimistas, con Leibnitz a la cabeza, sostienen una armonía preestablecida y afirman que este mundo es el mejor de los mundos. Schopenhauer se coloca precisamente frente a ellos para preguntarles: ¿y el dolor? ¿y la miseria?, ¿y el sufrimiento? Hay tanto infortunio y tanta miseria en la vida que no se les puede mirar como insignificantes frente a la felicidad. Y al respecto dice: "Si Dios ha creado no sólo el mundo, sino también la posibilidad, ha debido crear un mundo mejor, luego éste no puede ser el mejor de los mundos posibles".
También encontramos una muestra de la originalidad de este pensador en su teoría acerca del amor sexual, punto sobre el cual ninguno de los filósofos anteriores había fijado su atención. Sin embargo, esta teoría esta en completa contradicción con su doctrina ética, porque Schopenhauer mira el amor como un enemigo del hombre, como un traidor; y la mujer ocupa poco espacio en el campo de sus estimaciones. Como se ve, este concepto contradice el fundamento de su moral, porque la mujer no puede ser un ser distinto del hombre.
Hemos mencionado anteriormente la influencia de la moral cristiana en la ética de Schopenhauer, en efecto, este pensador toma a Jesús como el símbolo de la negación de la voluntad de vivir. Pero lejos de considerar la piedad a la manera de los cristianos como una virtud teológica, la considera producida directa mente, por la compenetración de nuestro yo con el yo de los demás y la explica metafísicamente, manteniendo la consecuencia de sus ideas filosóficas.
Carácter Artístico de la Ética Schopenhaueriana. En aquella compenetración del yo con el yo de los demás encontramos una semejanza muy estrecha con la teoría estética de la Einfuhlung. En virtud de esta teoría el yo puede sumergirse en el objeto bello identificándose con él y viviendo su vida; en la piedad, base de la justicia y de la caridad, el hombre se compenetra con el hombre identificando su yo con el yo de otro. Es fácil comprender que si el hombre puede identificarse con los objetos, con mucha mayor razón podrá identificarse con el hombre mismo. La Einfuhlung no vendría a ser sino la prolongación de aquella facultad del yo de sumergirse en el no yo y vivir en él, prolongación que, en la Einfuhlung se realiza en dirección de los objetos. Esto nos convence que hay una estrecha relación entre la Einfuhlung y la piedad y que la ética de Schopenhauer tiene un carácter artístico. En efecto, entrambas teorías encontramos este elemento común; la compenetración, la sumersión y la identificación del yo con el no yo.
En un terreno mas práctico y apartándonos de las explicaciones metafísicas, la moral no sería una ciencia sino un arte. No seria una ciencia porque no podría dar reglas estructuradas, ciertas y evidentes para regir la conducta del hombre, puesto que la voluntad queda determinada de una vez por todas al corresponder a un carácter, pero puede ser el arte de conocer intuitivamente los motivos y contramotivos que rigen un carácter y de saber presentarlos al sujeto oportunamente Y para considerar esta disciplina como un arte, el mismo Schopenhauer sugiere la idea cuando dice que, no se vaya a tomar su moral por una Ciencia encargada de señalar las reglas de conducta o por una especie de receta universal para enseñar la virtud.
Si sólo el arte puede superar las formas y los contenidos de la Naturaleza, esta moral es artística por que intenta la superación del contenido esencial y natural del hombre: el egoísmo.
Que esta superación es posible nos prueban las modificaciones obtenidas en las especies naturales mediante ciertos procedimientos artificiales.
Además no estamos de acuerdo con aquello de que el hombre es puro egoísmo, sino que creemos que en él se encuentran también elementos de altruismo y según esto se puede establecer el siguiente cuadro, teniendo en consideración el carácter inteligible y el carácter empírico:
1°, Hombres buenos que actúan siempre bien y que formarían el grupo de los hombres virtuosos, siempre satisfechos y felices; 2°, Hombres buenos que accidentalmente actúan mal, que se les podría considerar como buenos, estos serán capaces de sentir el arrepentimiento cuando han actuado mal, 3°, Hombres malos que actúan bien y que formarán el grupo de los egoístas e hipócritas, estos no serán felices porque siempre sentirán remordimiento de contrariar su naturaleza (tomamos el termino remordimiento en el sentido que le da Schopenhauer); 4°, Hombres malos que actúan siempre mal, formarán el grupo de los perversos, malévolos, etc.; satisfechos de actuar conforme con su naturaleza; pero cuya satisfacción no será duradera.
Ahora bien, como el hombre es sobre todo un ser social, lo que interesa principalmente a la ética es su conducta con los demás hombres, luego los tres primeros grupos establecidos anteriormente se podrían considerar susceptibles de modificación moral, en cuanto al ultimo grupo, quedaría considerado como inmoral. Si la Moral, pues, es la ciencia o arte de regir las costumbres de los hombres, tiene que dirigirse en primer lugar al carácter empírico, pues el carácter inteligible tiene mas relación con la metafísica y con la aprobación o desaprobación del sujeto mismo.
Además, como hemos dicho anteriormente, el carácter empírico puede llegar ayudado con la Mora, al reducir a su más mínima expresión el carácter inteligible.
En consecuencia la Moral individual puede ser considerada como el arte de conocer intuitivamente un carácter y los motivos que pueden determinarlo, y, de saber, presentar dichos motivos convenientemente para conseguir la moralidad del sujeto, o sea marcarle una línea de conducta; y la Moral pública en establecer reglas que puedan ser aplicables a la mayoría de los hombres.
La influencia de Schopenhauer. La obra de este pensador ha sido una de las obras mas fecundas de nuestros tiempos. Esa fecundidad se debe a la claridad de su estilo, a la profundidad de sus pensamientos y al calor y entusiasmo con que defiende sus ideas, manteniendo siempre la atención de quien lo estudia. Su influencia se ha dejado sentir en el terreno de la Psicología, del arte y de la Moral.
La teoría psicológica del Behaviorismo de Watson tiene una semejanza muy estrecha con la teoría del determinismo psicológico que sostiene Schopenhauer. Por otro lado tenemos la teoría de la Einfuhlung.
Sobre este particular afirma Teodoro Lipps que existen dos formas de einfuhlung mediante la primera convivimos la vida o el estado anímico de otro ser humano compenetrándonos con él; y por medio, de la segunda nos sumergimos en los objetos y los absorbemos dentro de nosotros como formando una sola cosa con ellos.
En cuanto a Max Scheler sostiene que la einfuhlung, presenta dos grados: en el primero el hombre se compenetra sólo con un estado anímico de otro hombre, con el cual se fusiona emocionalmente; en el segundo, toda la personalidad de un individuo se siente sumergida y absorbida por otro, al cual comprende y siente como si fuera él mismo. A este segundo grado denomina Einsfühlung.
Pero en lo que más ha influido esta filosofía ha sido en el Arte y en la Moral. Por lo que respecta a su influencia ética y estética escuchemos las palabras de Oswaldo Spengler:
"¿Qué importa que Schopenhauer haya querido ver negada la voluntad de vida y que Nietzche, en cambio, haya querido verla afirmada? Estas diferencias son superficiales; revelan un gusto personal, un temperamento. Lo esencial es que también Schopenhauer siente el mundo entero como voluntad, como movimiento, fuerza, dirección. Por esta razón es el precursor de toda la modernidad ética…. Las demás son variedades de esa especie única."
Gracias a las teorías sobre el Arte y a la idea de que éste debe ser el redentor de la humanidad, ha contribuido a darle mayor vuelo y mayor libertad. La Música y la Literatura contemporáneas deben mucho de sus nuevas formas a la influencia de aquella filosofía. De la música influida por Schopenhauer nos da un ejemplo la de Ricardo Wagner. En cuanto a la literatura son muchos los autores que han recogido su inspiración en el autor de "El Mundo Como Voluntad y Como Representación"; entre ellos citaremos a Max Jordan, Ibsen, Federico Sspielhegen, Jerónimo Lorm, Enrique Heine, Leopardi, Tolstoi, Becker y otros.
Su influencia filosófica y moral se remonta a la segunda mitad el siglo XIX. Bástenos recordar que por aquellos años se fundó la escuela filosófica del pesimismo, sostenida por Eduardo von Harmann, Felipe Meinlander, Julio Bahnsen, Pablo fleussn, etc. (Alemania).
Rzevusky asigna tres períodos a la influencia schopenhaueriana: 1°, el del desconocimiento y del menosprecio, en el cual la obra de aquel pensador fue ignorada; 2°, el período del apogeo y de la influencia, y 3°, el del abandono, en que deja de tener tantos admiradores, sin embargo, esos tres períodos pueden reducirse a dos: 1°, el del desconocimiento (primera mitad del siglo XIX) y 2°, el del apogeo e influencia. Durante el segundo periodo aquella influencia sufre un cierto debilitamiento debido a la filosofía dé Federico Nietzsche, que fundó un voluntarismo positivo. No obstante el mismo Nietzsche está influido por la filosofía schopenhaueriana en el fondo, habiendo cambiado únicamente la forma y la dirección. Para Augusto Dietrich el "Superhombre" de Nietzsche no viene a ser sino un resumen concreto de las ideas de Schopenhauer sobre el "genio".
En la actualidad su obra tiende a esparcirse por el mundo entero, gracias a la labor de sus admiradores. Pablo Deussen es el fundador de una Sociedad Schopenhauer que edita anuarios desde 1911. En Rusia las obras de aquel pensador han sido dadas a conocer por Tolstoi y por Fete Chenchine, y el barón Grotthuss ha dirigido la publicación de un resumen de “El Mundo Como Voluntad y Como Representación”.
La Ética fundada sobre la piedad ha tenido una acogida favorable entre los espíritus selectos; su teoría sobre la Libertad de la Voluntad, expuesta en una memoria, fue coronada por la Sociedad Real de Drontheim de Noruega y ninguna doctrina moral podría dejar de lado la justicia y la caridad. Después de haber sido consideradas estas dos virtudes como la base de la Moral se han fundado numerosas instituciones de caridad, no solo en beneficio.de los humanos, sino también de los animales, como lo quería aquel filósofo. Y si la justicia y la caridad hubieran regido siempre la vida de los pueblos, cimentando la comprensión y la armonía de los hombres, quizá no contemplaran nuestros ojos las trepidaciones, los resquebrajamientos y las convulsiones del mundo, amasadas por el egoísmo y la injusticia.
Sin embargo, no deben tomarse la piedad y la compasión como la base absoluta de la Moral. Toda Ética debe tener un fundamento psicológico; pero ese fundamento no puede corresponder sólo a una cualidad recortada de la vida psíquica. La vida afectiva en la cual se asienta la piedad y la compasión sólo forma una determinada manifestación de la psiquis, mas no constituye la totalidad de ella. Dentro de este concepto, la Moral sentimentalista adolece del mismo defecto que adolecen otras teorías éticas; pretende que determinada manifestación de la vida anímica puede erigirse en fundamento de toda la conducta humana. El hedonismo, el voluntarismo, el racionalismo, etc., así lo han creído, al pretender recortar la vida anímica para fundamentar sus teorías.
Si tomáramos en un sentido absoluto el valor del sentimiento para dirigir, nuestros actos, incurriríamos, tal vez, en injusticias manifiestas. Así por ejemplo, si a un niño raquítico y enfermizo por pura compasión le llenamos de tolerancias y complacencias, por no verlo sufrir con los dolores de una operación quirúrgica de un régimen medicinal riguroso, a ese niño le hacemos un mal y por consiguiente cometemos con él una injusticia. En cambio, en este caso el racionalismo nos dirá que lo moral es ejecutar una operación o someter al enfermo a un tratamiento médico, por molesto que sea, siempre que se consiga la salud del paciente; regla o acto que puede tomarse con un carácter universal, puesto que en todos los casos se podría proceder de idéntica manera. También tenemos otros ejemplos en la mendicidad y el parasitismo económico, manías que solo pueden sostenerse aprovechando los sentimientos de generosidad de quienes las alimentan.
Por estas mismas razones es necesario no tornar la palabra compasión y piedad en su sentido vulgar y corriente, sino en el sentido que probablemente Schopenhauer quiso dar a este vocablo; sentido que no se relaciona sólo con el momento presente sino también con lo venidero. Tomada la palabra compasión en un sentido futurista la Moral que hemos estudiado resulta más comprensible y más honda. En efecto, dicha doctrina, habría dicho en el caso del niño enfermo y raquítico: "Operadle, sometedle a un régimen riguroso; por compasión, para que esa criatura sea un ser perfecto mañana". Así se cumpliría la segunda parte de su primer principio: Omni quantum potis juva. Además dentro de este análisis volvamos a oír lo que sostiene Spengler en su "Decadencia de Occidente":
"Si Nietzsche hubiera observado su tiempo con más libertad, menos influido por un entusiasmo romántico a favor de ciertas creaciones éticas, habría advertido que no existe en la Europa Occidental esa moral específica de la compasión, en el sentido que él la combate. El texto literal de ciertas fórmulas humanas no deben ilusionarnos sobre su significado real… Compasión es palabra peligrosa. A pesar de la maestría de Nietzsche no tenemos todavía una investigación sobre lo que por compasión se ha entendido y vivido en las diferentes épocas." Tomada pues, la palabra compasión en un sentido amplio, futurista polifacético, podría conducirnos talvez hasta la eutanasia.
Todo sistema ético adolece, pues, de una parcialidad frente al concierto integral de la vida psíquica, y por lo mismo resulta incompleto y defectuoso. El hedonismo por su relatividad espacial y temporal; en efecto el placer físico ó moral, son relativos no sólo de un individuo a otro, sino también en un mismo individúo; el utilitarismo puede conducirnos a un individualismo egoísta; el racionalismo es demasiado seco, frío y desprovisto de calor para las grandes acciones; además sería una doctrina propia, de élites, pues para ejecutar aquello que podría erigirse en regla universal, es preciso que el hombre posea en forma innata una gran capacidad intelectual, capacidad que no puede pertenecer sino a un reducido número de personas. Por último, él sentimentalismo si se toma en su sentido vulgar y presentista nos conduciría igualmente a un gran número de errores.
Un sistema ético debe pues basarse en la vida espiritual íntegra, ya que la Ética es una disciplina normativa del espíritu. Y precisamente en esto estriba el mérito de Schopenhauer: en que hace notar que el sentimiento, base de la justicia y de la caridad, debe ser tomado en consideración al estructurarse una doctrina que tenga por objeto la acertada orientación de los hombres en el camino de su felicidad y bienestar.
Lima, 15 de agosto de 1936.
![]()