UN LEÓN CHOTANO
(1881)
Carlos Alberto Vigil Vásquez
La fama del chotano no es gratuita. Con los matices propios de cada circunstancia y dependiendo de los intereses o ulteriores propósitos de cada acción en la que tomó parte, para bien o para mal, el chotano siempre consiguió algo: ser muy mentado. Esa fama, entonces, es la consecuencia, en buena cuenta, de su participación en los diversos episodios decisivos para la historia regional y nacional.
Para sustentar lo arriba dicho sobran los ejemplos. Baste consignar, por lo que concierne a la presente Estampa, el caso de los 400 hombres que en mayo de 1879 marcharon a defender a la Patria apenas producida la invasión chilena.
Frente al llamado de la Patria en peligro, uno sólo fue el sentimiento: indignación y deseos de defenderla con la vida, si fuera necesario. Hombres de toda condición, jóvenes y viejos, estudiantes y maestros, comerciantes, obreros, campesinos, ricos y pobres, todos acudieron con presteza a ese llamado. Don Marcos Tapia y el alcalde Manuel José Becerra formaron con entusiasmo el Batallón Chota, al que equiparon con 40,000 pesos que generosamente aportó la población.
Una mañana de mayo, apenas un mes después de declarada la guerra, 400 valientes abrazaron por última vez a sus seres queridos y salieron de la plaza de armas en correcta formación. Madres, hermanas y novias, entre lágrimas y aplausos, formaban calle agitando pañuelos y echando bendiciones. Los gritos de ¡Viva Chota! ¡Viva el Perú! Se iban haciendo menos audibles a medida que los chotanos se alejaban de la ciudad.
A comienzos de junio el Batallón Chota llegó a Lima y se le asignó el Nº 7. Tenía como jefes al coronel Marcos Tapia, teniente coronel Manuel José Herrera y sargento mayor José Osores Valera. El 6 de ese mes don Marcos tapia solicita uniformes para sus hombres y luego, en noviembre es dado de baja. Al desactivarse el batallón Chota Nº 7, sus nombres pasaron a otros batallones como monitores y todos, hasta los músicos, se midieron cuerpo a cuerpo con el enemigo (en el Batallón Cajamarca se batieron en San Juan los músicos chotanos Juan cabrera, Toribio Barboza, Benito Sambrano, José Soberón, José María Acuña, José María Rubio, José María Guerrero).
En las Listas de Revistas del Archivo Histórico Militar consta que 199 chotanos pasaron al batallón Paucarpata Nº 19, siempre con su alcalde, don Manuel José becerra, como “do. Jefe. Un año más tarde, cuando la heroica Defensa de Lima, nuestros paisanos se vieron cara a cara con el enemigo y cruzaron balas y cuchilladas con arrojo y bravura, regando con su sangre los arenales de San Juan la mañana del 13 de enero y luego, la tarde del 15 de enero de 1881, los reductos de Miraflores.
Tomada la capital, los chotanos sobrevivientes pasaron a otros Batallones y una vez conocida la diferencia de opiniones e intenciones entre Iglesias y Cáceres, algunos siguieron al primero hasta la batalla de San Pablo y otros integraron las huestes guerrilleras del segundo en la gloriosa resistencia de la Breña.
Por su parte, don Manuel José Becerra, ya con grado de coronel, regresó al terruño y organizó el Batallón Chota Nº 4 con el que secundó al doctor José Mercedes Puga en la rebelión contra el general Iglesias, poniéndose a órdenes del célebre Brujo de los Andes. Del coronel Becerra, héroe nacional, ya conocemos su valeroso accionar. La victoria de El Cárcamo sobre los chilenos que incendiaron Chota, y la esforzada campaña que desarrolló en el Norte contra los iglesistas, hablan de su temple y su firme convicción de que la dignidad de la Patria estaba por encima de todo. Después de tantas vidas segadas por la codicia y la barbarie, rendirse no estaba en los planes del coronel y siguió su campaña hasta encontrar la muerte a sus 42 años – en circunstancias hasta ahora no esclarecidas- en el camino de Milco a San Marcos, cuando marchaba sobre Cajamarca.
El 3er. Jefe de aquel Batallón Nº 7 que partió de Chota, el juvenil sargento mayor José Osores Valera, combatió junto a Becerra en la batalla de San Juan. Dos días después, el 15 de enero de 1881, peleó sin rehuir a la muerte en la Batalla de Miraflores. Había renunciado a su clase y, transferido al batallón de Reserva Nº4, peleó como soldado. “Los que le vieron combatir –dice el libro ‘Los Mártires de la Patria en la Guerra provocada por Chile en 1879’, editado por Tipografía M.E. terrones en 1925– aseguran que sucumbió como valiente. Herido al comenzar el combate, se negó tenazmente a separarse del campo de batalla”. Al anochecer, su cuerpo exánime formaba parte de aquel altar en el que se inmoló la flor y nata de la juventud peruana.
Alfonso Abendaño fue otro joven que a sus 20 años, también se alistó en el Batallón Nº 7. Más tarde pasó al batallón Manco Cápac Nº 81 y con él, con el grado de sub teniente peleó en la Batalla de San Juan. Una vez que la capital fue tomada por el invasor, Abendaño marchó a la sierra central para ponerse a órdenes de Cáceres. Como integrante del Batallón Junín Nº 3 participó en las gloriosas acciones guerrilleras de Pucará y Marcavalle y, aún, sobrevivió más tarde a la Batalla de Huamachuco, después de la cual, por su valiente empeño, recibió el galón de capitán de manos del mismo Brujo de los Andes.
Nuestro paisano Segundo L. Rijas Gasco ha elaborado un minucioso trabajo –sin pie de imprenta- sobre los “Héroes Chotanos de la Guerra con Chile” y en él, entre otros detalles, consigna, a manera de anécdota, la carta que el huambino don Cornelio Chávez escribió a su hijastro Eustaquio Montenegro, alistado en Lambayeque junto a 49 huambinos voluntarios que al llegar a Lima, pasaron al Batallón Nº 7 de chotanos. En esa carta, su preocupado padrastro le decía: ”Hijo, te dejé ir solamente porque la Patria estaba en peligro. Ahora que estás en el campo de batalla, agáchate para que las balas no te caigan”. Pero, claro está, Eustaquio tuvo un valeroso desempeño en la batalla de San Juan, al igual que todos sus aguerridos paisanos.
Mucho, mucho es lo que se puede escribir –con estricto apego a la verdad- sobre los chotanos que demostraron amor a la patria haciendo un verdadero derroche de entrega y sacrificio, comportándose en el campo de batalla con tal bravura como auténticos leones. Pero hubo uno que verdaderamente fue un león… hasta de apellido. El libro “Los Mártires de la Patria en la Guerra provocada por Chile en 1879”, al que ya hemos hecho referencia, en su página 72 señala:
“León David, teniente de artillería, natural de Chota, de 24 años- había sido uno de los más distinguidos alumnos del colegio Militar, en que hizo estudios de aquella arma. León poseía en alto grado las cualidades de un buen militar: inteligente, pundonoros, firme y abnegado. El 13 de enero estaba en Lima enfermo, oye los disparos, se lanza a la calle, coge el primer mulo que encuentra y en pelo cabalga, llega a Chorrillos cuando la derrota del centro (San Juan) se había producido, sube al morro, a la dotación de cuyas baterías pertenecía, llega al pie de su pieza y un proyectil enemigo cortó el hilo de su vida. ¡Historia corta pero hermosa!”.
De aquellos 400 valientes que un día salieron de Chota dando vivas a la Patria se ignora cuántos volvieron –si es que volvieron- al seno del hogar en su terruño. Se sabe sí que del contingente de 150 hombres que salieron con el Coronel Lorenzo Iglesias en 1882 rumbo a San Pablo, sólo retornaron 14 sobrevivientes para dedicarse, con igual esfuerzo patriótico, a la tarea de la reconstrucción.
De episodios como este viene la fama del chotano. De estas glorias y tristezas se nutre nuestra conciencia colectiva y se robustece nuestra identidad. Por eso hemos querido seguir la huella de estos y tantos otros chotanos que, ya en la guerra como en la paz, se esforzaron por legar a las siguientes generaciones un hermoso ejemplo de entrega y sacrificio, con fe en el porvenir. Ésa es, acaso, la mejor herencia de nuestros mayores.
Coronel Manuel Becerra