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El Nocturno de Don Gallito


 

Es necesario escribir una breve introducción a este apartado para que los jóvenes y niños que lean este artículo, sepan qué era un Nocturno.

Un Nocturno era un cafetín que funcionaba solamente en las noches (de allí su nombre), en el que se servía café, café con leche, chocolate, acompañados de pan con queso fresco o queso maduro, también con bizcochos con mantequilla de Santa Clara. Se ofrecía, además, pasteles, empanadas, rosquitas, galletas, alfajores, y otros manjares, a gusto del cliente. De tal manera que al pasar por la calle del Nocturno, y mucho mejor al ingresar en él, se percibía un olor riquísimo a café recién destilado, a leche fresca recién hervida, a pan de yema recién horneado…. ¡Qué olor tan agradable trasminaba nuestras narices!

A estos nocturnos concurrían personas de nivel económico medio o alto, entre ellos, profesionales, empleados públicos y privados, y algunos colegiales.

El distintivo principal del Nocturno era el porongo de latón o de zinc, en el que se echaba la leche para ser hervida. Este porongo se colocaba sobre un brasero que funcionaba con carbón. Ese conjunto de brasero y porongo estaba colocado a un costado de la puerta de ingreso al local; donde a fuerza del abaniqueo chispeaba el rojo carbón y aumentaban las llamas y el calor. Una vez que hervía la leche, sonaba el pitazo producido por la salida del vapor, por un orificio pequeñísimo practicado en el pico del porongo. Ese pitazo era a veces tan sonoro que se oía hasta la siguiente esquina.

En Chota había dos Nocturnos: el de don Isidro Gonzales en los Barrios Altos y el de don Gallito en los Barrios Bajos.

Concluida esta introducción que no fue tan breve como suponía paso a transmitir mi experiencia personal en el nocturno de don Gallito.

Yo era músico de la Banda Militar del Colegio San Juan; tocaba clavicor. Durante el año escolar se ejecutaban las siguientes retretas principales (porque podrían haber otras), programadas por la dirección del plantel y que se realizaban por las noches:

El día del aniversario de la creación del Colegio (el 15 mayo)

En la fiesta patronal de San Juan (el 25 junio)

El 28 de julio

Para la feria del 15 de Agosto

El aniversario de la Banda Militar (el 12 Octubre)

En estas retretas nos instalábamos en el kiosco de la Plaza de Armas y allí tocábamos de 8 a 10 p.m. Como es sabido, esas retretas alegraban las noches friolentas y tristes de la ciudad, y era motivo para que los chotanos y chotanas se pasearan alrededor de la plaza y al mismo tiempo disfrutaran de la buena música.

Pues bien, después de cada retreta el director del colegio nos agasajaba con un riquísimo banquete que lo llamábamos EL NOCTURNAZO de don Gallito. Así, al terminar la retreta, dejábamos los instrumentos en el colegio y nos dirigíamos al Nocturno. Cómo olvidar ese banquete de leche, café, chocolate, queso fresco y maduro, y toda la variedad de panes y pasteles, que nos servían en tres mesas largas con manteles blancos. Es bueno precisar que nunca fuimos al nocturno de don Isidro Gonzáles (no recuerdo por qué razón) a pesar de que estaba más cerca al local del colegio.

La persona encargada de esta excelente presentación era la hija del dueño, la señorita Clarita, muy buenamoza, de quien, dicho sea de paso, estaba muy enamorado nuestro maestro de la banda de música, nuestro queridísimo Misho Portilla.

Ellos se cruzaban las miradas, y después del respetivo saludo lo mejor era para nosotros. Una vez que estábamos sentados a la mesa, comenzaban las palomilladas y el pillaje de pasteles y queso.

Recuerdo una ocasión en la que el “coche” Antonio Coronado (el más palomilla del grupo) comió rapidito su porción de queso fresco, y metió los pasteles de su plato en su bolsillo; y todo para reclamar:

Señorita Clarita, a mi no me han puesto queso ni pasteles, el platillo está vacío.

Cómo —replicó la Clarita—, yo misma lo he servido igual para todos.

No sé —repitió Antonio Coronado.

Nosotros lo apoyamos en su reclamo y a la señorita Clarita no le quedó más remedio que traer más queso y otro plato de pasteles.

Al terminar este relato deseo fervientemente que estos Nocturnos sigan deleitando el paladar de los paisanos y de los visitantes, y que los turistas se despidan satisfechos de Chota.

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